jueves, 6 de noviembre de 2008

Aprender del amor

Todos anhelamos amar, sin embargo no deseamos ver el otro lado del amor, el que en ocasiones se nos presenta velado. Quizás sea justamente porque no alcanzamos a comprender el verdadero significado del amor. Ante una relación en ciernes, existen unas expectativas posibles que pueden verse cumplidas o no, cuando comienza la vida en común. Muchos llevamos a flor de piel profundas heridas causadas por la inseguridad y el miedo a volver a fracasar. Somos susceptibles y a la vez precisamos amar y ser amados. Inconscientemente estas heridas afloran en nuestras relaciones y nuestra vulnerabilidad nos conduce a actuar desarrollando estrategias, demandando, evadiendo, creando conflictos… magnificando detalles que nos hacen sentir que ya no podemos volver a confiar en la persona con la que estamos. El “ha hecho algo” que de repente nos conduce a pensar que no es tan "confiable" como creíamos, llegando incluso a sentirnos traicionados. No podemos cambiar el hecho de sentirnos traicionados. Pero sí nuestra actitud ante el sentimiento de traición. Podemos darnos cuenta de que esas experiencias, aunque dolorosas, son oportunidades increíbles de crecimiento y aprendizaje de lo que realmente significa amar. Cada uno puede esperar del otro todo lo que quiera, pero la única expectativa valida es la de que la otra persona sea quien realmente es en su totalidad.. Cuando entramos en una relación, la mayoría de las veces, no vemos a la otra persona tal cual es. Lo que hemos visto y probablemente seguimos viendo en el otro es lo que queremos ver, es decir, algo que encaje en nuestras fantasías y deseos. No obstante la profundidad dentro de una relación hace que los miedos y las inseguridades salgan a la superficie. Luego entramos en desacuerdo y nos sentimos traicionados. Entonces caen duramente nuestras fantasías e ilusiones y se produce una pequeña muerte. Si no llegamos a comprender esto, y no creamos un espacio para compartirlo e incluirlo dentro del marco del amor, uno o ambos integrantes de la pareja se hundirán en sus propios sentimientos de vergüenza y traición.

Con más comprensión, sensibilidad, respeto y conciencia, podremos aprender a dar al otro lo que necesita, mientras también estamos siendo sensibles a nuestras propias necesidades. Una relación profunda y comprometida nos procura del mejor espejo para vernos a nosotros mismos y nuestras heridas, nuestras disfunciones y actitudes negativas. Y también nos da la mejor oportunidad posible para cambiar, para crecer y para aprender qué es realmente el amor.

1 comentario:

Miguel Benavent de B. dijo...

Fantástico texto sobre el amor,después de tu prolongado silencio, Desirée!! Felicidades! Y solo un comentario: Qué poco amor como el que citas hay en el mundo, no? Como suelo afirmar, el amor debe ayudar a ser y a crecer ambos, si no, no es amor sino un simple intercambio de partidas y contrapartidas personales que, en vez de sumar (o multiplicar), restan protagonismo a sus actores!