Tengo miedo a los perros. Siempre lo he tenido… tanto es así, que no puedo recordar de donde nace ese pánico que me paraliza cuando veo a uno. Mi corazón comienza a latir fuertemente, mis oídos ensordecen, el aire parece que me falte y el pánico se apodera de mi cuerpo.
Reflexionando sobre el tema he llegado a la conclusión de que este miedo a los perros puede ser la representación de mis temores. La desproporción de la sensación de miedo ante uno de ellos, es la misma con la que, en ocasiones me enfrento ante mis conflictos no resueltos…. Visto desde fuera es desmedido… sin embargo, yo lo paso verdaderamente mal. Los perros simbolizan mis desconfianzas, mis dudas, mis desencuentros conmigo misma. Cuando me encuentro con uno de ellos y hago acopio de valor para ser capaz de cruzarme con el, entonces ladra más fuerte para que yo me asuste. Pero alguien me ha dicho que si les impones tu presencia mirándoles fijamente a los ojos se intimidan y se achican. En realidad, no son nada más que pensamientos negativos, miedos y malos recuerdos que punzan, lastiman y ensombrecen mi alegría. Sin embargo hoy creo que está en mis manos, en mi mente, en mi alma y en mi corazón ser capaz de afrontar sus ladridos, de enfrentarme cara a cara con esos pensamientos y ganarles el pulso, optando por atender únicamente a los pensamientos bonitos, alegres, llenos de esperanza y acompañados de hermosos sueños.
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