De todas las enseñanzas que la vida me ha proporcionado, la mas dura de aprender y la mas inquietante ha sido convercerme de que la especie menos frecuente sobre la Tierra es la de hombres veraces. Congoja de ahogo siento, porque un alma necesita respirar almas afines, y quien ama sobretodo la verdad, necesita respirar almas veraces.
Miro a mi alrededor y veo gente gris que se opone a la vida y al palpitante arcoiris de la existencia, que se siente allá en su fondo íntimo, débil y medrosa ante el destino...como si de un rebaño se tratara. Quieren marchar por la vida bien juntos, en ruta colectiva haciendo gala de las falsas virtudes de la renuncia estéril frente al ideal de la vida afirmativa, de creer que cada ser humano debe quedar franco para henchir su individualidad e intransferible destino.
2 comentarios:
Hola, Desirèe! Gracias por volver, aunque me parecen inusualmente nostálgicas tus palabras... aunque las comparto! Creo que la madurez es elegir una puerta y cerrar otras tantas que no nos aportan nada a nuestra vida. Yo aprendí a elegir una que me brindara soledad o bien otras personas singulares que enriquecieran mi propia existencia! La vacuidad de las gentes que dejé atrás no solo no me enriquecía, sino que me vaciaban! ¿Es la soledad con uno mismo un castigo o una recompensa en esta vida? ¿La esperanza no es tener fe en irse encontrando, poco a poco, en cualquier rincón escondido, a esas otras personas ricas y singulares? Cuídate! Besos
Miguel
Hola, Desirèe, todo bien? Te echo de menos... Dime algo!
Besos
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