jueves, 21 de agosto de 2008

A mis hijas...


Donde fluye el río de vuestra vida
junto a las orillas de vuestras verdes horas,
yo me he erguido como un árbol
que vigila sus flores primaverales.

Todo lo demás pueden parecer mentiras:
esta magia que me ha sido concedida,
ver reflejadas en aguas nuevas
las salidas de los soles
y las lunas que flotan en el misterio de jóvenes ojos.

1 comentario:

Miguel Benavent de B. dijo...

Preciosa poeasía, Desirée! Sigue existiendo, sintiendo y escribiendo! Besos