Vivimos fuera de nosotros mismos, tenemos miedo de entrar en nuestro interior, de enfrentarnos a nuestros fantasmas, al silencio incómodo que nos impide permanecer a la expectativa, a admirar la sencillez de la vida, a escuchar un reproche, una crítica, a encontrarnos un día ante la Naturaleza sin música, sin televisor, sin móvil, sin internet.
Nuestra existencia acumula una imperdonable e imposible ausencia de sentimientos, de afectos, de ternura, de amor profundo y verdadero.
Buscamos incesantemente nuevas aventuras de riesgo cuando el abismo para lanzarnos sin red, ni cuerda en el gran salto de nuestra vida, está ahí dentro...en lo más hondo de nuestro ser. Y sólo cuando nos decidimos a cruzar el umbral y nos adentramos con humildad, silenciosamente se abren las puertas de un camino seguro, con un montón de señales, con un cielo repleto de estrellas...algunas conocidas y otras por conocer.
En los recodos del sendero hay fuentes de agua fresca y clara para calmar la sed infinita.
Cuando entramos confiados a esa estancia interior, es entonces cuando conectamos con nuestro cuerpo de sensaciones y entonces se vuelve una necesidad vital que nos edentremos en el corazón para salir transformados, llenos de confianza, solicitud y esperanza.
Paz y amor para todos..... y muchos besos de luz.
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