jueves, 22 de mayo de 2008

Una tarde, en la terapia de grupo a la que asistía, la terapeuta abrió la sesión leyéndonos una meditación del libro "La invitación". Me pareció un texto conmovedor y hoy quiero compartirlo con todos vosotros.

No me interesa saber como te ganas la vida. Quiero saber lo que ansías y si te atreves a soñar con encontrar lo que tu corazón anhela.
No me interesa saber tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.
No me interesa saber qué planetas están en cuadratura con tu luna. Quiero saber si has llegado al centro de tu propia tristeza, si las traiciones de la vida te han abierto, o si te has marchitado y cerrado por miedo a nuevos dolores.
Quiero saber si puedes vivir con el dolor, el tuyo o el mío, sin tratar de disimularlo, de atenuarlo ni de remediarlo.
Quiero saber si puedes experimentar con plenitud la alegría, la tuya o la mía, si puedes bailar con frenesí y dejar que el éxtasis te penetre hasta las puntas de los dedos de los pies sin que tu prudencia nos llame a ser cuidadosos, a ser realistas, a recordar las limitaciones propias de nuestra condición humana.
No me interesa saber si lo que cuentas es cierto.
Quiero saber si puedes decepcionar a otra persona por ser fiel a ti mismo, si podrías soportar la acusación de traición y no traicionar a tu propia alma. Si eres capaz de ser desleal y por tanto digno de confianza.
Quiero saber si puedes ver la belleza aún cuando no sea agradable, cada día y si puedes hacer que tu propia vida surja de su presencia.
Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, el tuyo o el mío, y de pie, a la orilla del mar gritarle a la plateada luna: Si
No me interesa saber dónde vives, ni cuánto dinero tienes.
Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de aflicción y desesperanza, agotado y magullado hasta los huesos y hacer lo que sea necesario para alimentar a tus hijos.
No me interesa ni dónde, ni cómo, ni con quién creciste.
Quiero saber lo que te sostiene desde el interior cuando lo demás se derrumba.
Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo, y si en verdad aprecias tu propia compañía en los momentos de vacío.
No me interesa saber a quién conoces ni cómo llegaste hasta aquí.
Quiero saber si te quedarás en el centro del fuego conmigo y nunca rehuirás.

3 comentarios:

aranzazu dijo...

Gracias por tus visitas, camarada, y por tus lindas palabras.
¡Cómo nos cuesta a veces conectar con la niña y no huir, permanecer alí, mirarla a los ojos, pedirle perdón, por olvidarla, por ignorarla, por maltratarla con nuestra ignorancia!
Pero, como todo, es cuestión de práctica, y cuanto más te acercas a ella, más confía y más se deja amar. Ella es llamada sombra en muchas tradiciones pero no es más que aquello que negamos de nuestro Ser, aquello que reprimimos, aquello sin lo cual no somos completas. Iluminemos la sombra, pues, y brillemos con luz total. Un abrazo lleno de amor. Tienes todo mi apoyo y cariño.

Unknown dijo...

Tenías razón.
Es conmovedor.
Muchas gracias por compartirlo.

Luis

Miguel Benavent de B. dijo...

Realmente fantástico, breve y real! Algún día aprenderé a escribir así!!! Gracias, ángel!